sábado, 6 de agosto de 2005

Luna y Sol

Ellos eran la Luna y el Sol
ella quince años ... él, diecisiete
caminando distintos caminos
pero con un mismo sueño
un país en libertad
y esa fuerza adolescente que arremete

El destino quiso unirlos
en un eclipse de tortura y horror.
Ni las picanas, ni la furia animal,
ni sus cuerpos mutilados
en medio de un Rosario ensangrentado
pudieron evitar el amor.

Sus cuerpitos apenas resistían
tanta bestialidad atroz
Cántame, le pidio ella,
cántame mi Sol.
Quiero despedirme de la vida
con una cancion de amor.

Cómo podía el contarle
que la amaba de verdad?
buscó entre sus recuerdos
y sus labios susurraron
Oid mortales el grito sagrado
Libertad! Libertad! Libertad!

Los fusiles palidecieron
el silencio fue mortal
y allí ocurrió el milagro
durante más de dos horas
solo se oian las estrofas
de nuestro Himno Nacional.

Ese era el mejor conjuro,
contra el miedo y el dolor.
Mientras ellos se preguntaban
Cómo opacar a la luna?
Cómo apagar al Sol ?
Acaso tendrían valor ?

Ya se escuchan dos disparos
entre amor, muerte y libertad,
Pudieron arrancarles la vida
Pudieron hasta prohibirles reir
pero Luna y Sol seguiran por siempre cantando
O juremos con gloria morir

AndreaS
Para vos.... para ellos... para que Nunca Mas
-------------------------------------------------------------------------------------------
(Fecha publicación:04/04/2004)La memoria molesta por partida doble. Primero porque dice quiénes se enriquecieron a través de la sangre derramada y se convirtieron en los actuales dueños del país. Y segundo porque es capaz de contagiar sueños colectivos inconclusos. Pasiones que nutren de horizonte a los muchachos que sobreviven en el presente.
La historia fue contada en Río Negro, Santa Fe, un taller rosarino, en el corazón de Empalme Graneros y en el Normal 2.
En la esquina de San Lorenzo y Dorrego donde funcionaba el Servicio de Informaciones de la ex Jefatura de Policía, en agosto de 1976, se encontraron dos muchachos.
Ella tenía quince años y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios; y él tenía diecisiete y formaba parte de la Juventud Guevarista, del Partido Revolucionario de los Trabajadores.
A los dos los habían mutilado a pura picana. Ellos, los torturadores de la pareja, tenían veintiséis años, según se desprende de los legajos personales de aquellos policías hoy en libertad.
Los chicos se habían enamorado a pesar de sus insondables diferencias políticas.
Y llegaron junto al umbral de la muerte impuesta.
Cuando se sintieron al final de sus vidas, ella le pidió que le regalara como canción de despedida alguna de amor que él supiera.
El muchacho, entonces, empezó a cantar el himno nacional.
Una vez, dos, tres, diez veces.
Cantó por dos horas consecutivas y ninguno de sus mutiladores se animó a cerrarle la boca de un repetido y común puñetazo o puntapié.
El himno en su boca servía de conjuro, de muralla.
Tuvo que venir el más asesino de todos, Agustín Feced, para que con su Magnun descargara la noche eterna sobre los pibes enamorados.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sólo puedo decir que el amor venció al miedo y cantaron el Himno Nacional para demostrar que ellos eran más fuertes que el terror porque amaban su país.

Heidi Rótulo de Arnedo
Sgo del Estero

Anónimo dijo...

Great post! Love blogs. If your want
to know about clark forklift manual drop by
clark forklift manual
also. Chrisy