sábado, 20 de agosto de 2005

Carruajes

Los antiguos carruajes del olvido
dirán como al descuido
cuando esté en el temido
infierno, que nada es eterno,
que nada está perdido
y que el pecado causante
de este mi destierro
han sido sólo unos besos...
o tal vez tu olvido.
Ay de las sombras que nos separarán crueles,
ay de los infieles besos que ya no muerden la boca,
ay de esta loca pasión que aún me devora,
ay de mi si me toca llorar
porque te has ido y en la esquina he perdido
mi corona de laureles...
Ya no veré la barca de tu amor
apostar a mi puerto, estaré tan muerto
de dolor cuando alejado,
se cierren para siempre los candados
y no despierte de este sueño,
cuando el diablo me quite para siempre
y me duerma sin ser dueño
de este amor equivocado...
Amaré eternamente el cansado brillo
de las noches de amor, amaré
con el candor de la distancia inseparable,
amare indomable aquel sabor del primer beso,
y amaré en exceso esa costumbre
de imaginarte en la lumbre y tal vez de extrañarte...

el hurón

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