martes, 8 de agosto de 2006

Ausencia

Apenas te he dejado,
vas en mí, cristalina
o temblorosa,
o inquieta,
herida por mí mismo
o colmada de amor,
como cuando tus ojos
se cierran sobre el don de la vida
que sin cesar te entrego.
Amor mío,
nos hemos encontrado
sedientos y nos hemos
bebido toda el agua y la sangre,
nos encontramos con hambre
y nos mordimos
como el fuego muerde,
dejándonos heridas.
Pero espérame, guárdame tu dulzura. Yo te daré también una rosa.

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