lunes, 28 de agosto de 2006

Algún día

Algún día encontraré tu piel en mi almohada desierta.
y se abrirá la puerta de esta fantasía inconclusa,
alguna día la intrusa
sensación de estar tan lejos
será una excusa y seremos pasajeros
del amor y nuestras vidas
y nos cubrirá la espuma de dos gotas de perfume y nuestros besos.

Algún día: lo presiento.

Algún día poblaremos el cuarto de un hotel cuyo nombre
aún desconocemos
con la magia de la piel encendida y seremos
un hombre y una mujer oliendo a guitarras afinadas de piel y de vida.
Tú, timida y atrevida.
Yo, nervioso y sereno,
y en el centro del cuarto el amor que huele a rosas sin espinas.
Algún día no será esta lluvia la que me traiga tu cuerpo,
sino tus pasos enfundados en la pálida luna de un enero
que soñamos juntos,
cuando trasuntos los dedos se enfunden de nombres
y los que responden,
se abrevien en sabanas que huelan a gloria y a una historia secreta de voces y besos.

Algún día: lo presiento.

Bucearemos hondo en el sudor de los parpados sorprendidos
aquel olvido
de noches de vigilia atormentada y en el calor
de una mirada detenida de olvidos revivirá en algún descuido
nuestro amor
de los otros escondido y sabremos entonces que podemos morirnos:
con el beso enamorado,
con el placer de haber sido terriblemente amantes
y con la felicidad pintada en la vidriera del instante
que tanto anhelamos,
con estrépito de risas y de vidrios, felices como niños.
Algún día cruzaremos los trenes detenidos
de caricias que en el andén
de la vida esperan la salida de los besos que todavía nos debemos,
entonces seremos un santuario de amor y en aquel sudario
de sábanas hambrientas y sin techo,
nos entregaremos al oculto amor y al calor de la sentida distancia,
seremos las ansias y el deseo satisfecho.
Algún día: lo presiento.

El Huron

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