lunes, 19 de junio de 2006

Versos a mi padre, muerto

La infinita dulzura, el sueño apacible,
el tiempo arrancado de tus manos,
fueron signos inequívocos
de tu peregrinar inasible.
Y luego, la perplejidad y el dolor,
que caminaron lágrimas recuperadas
en los rostros de los que te quisimos y conocimos
tus raras horas de amor.
Lentamente, con la hidalguía inconsciente,
como si supieras
el camino de la muerte, dormiste tu último y sabido sueño,
hacia un alba rojo de primaveras .
Dónde estarás?
en que región desconocida
descansará tu alma al abrigo de tentaciones
y martirios,
lejos de nosotros tus ojos sin vida y sin brillo.
Sé, (y no lo niego),
que han quedado en el tintero eterno,
amontonadas preguntas y respuestas que tal vez
ni vos ni yo sabíamos preguntar
o tal no quisimos respondernos.
Ahora,
que el tiempo con sus dedos insensibles,
contó hasta diez y dijo basta para todos tus asuntos,
una tristeza tranquila me llega desde la tierra
que quisiste y punto.
Tanto me diste, y tanto te debo, que tal vez,
sea hora del balance caótico y desesperado,
que arrojará la luz hacia mi alma dolorida de tu ausencia
y con una lagrima silenciosa y escondida :
haré de cuenta que nada ha pasado...

El Hurón

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