Nadie enciende mi sangre
sólo tú, sublime amado sin imagen.
Mis labios rozan la frescura
imantada de suspiros y
tiemblo cada vez que alteras
mis sentidos.
Si llegaras a mi vida con un nombre,
caería en el olvido.
Heidi Rótulo de Arnedo
Sgo. del Estero
miércoles, 22 de marzo de 2006
Sin nombre
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