sábado, 13 de octubre de 2007

Hay duendes en el bosque

Negras espigas
se inclinan ante mí con respeto y obediencia.
Hay compases de fondo de arpas y violines,
con tambores y violonchelos,
en el agua que brota verde,
y el campo que se tiñe azul.
Las hojas,
navegantes del viento,
como batutas , dirigen el concierto.
Aplauden con fuego en los ojos
musgos y líquenes.
Soy protagonista en esta ocasión,
actor y espectador a la vez.
Acabado el primer acto
me inclino con reverencia
a todo el público venido,
algunos fieles compañeros de trabajo,
otros aprendices del oficio,
y otros artistas invitados especiales,
como mariquitas, libélulas,
zapateros ,arañas y ciempiés.
También vinieron de noche simples espectadores
procedentes de los lugares más inspospechados y lejanos
como luciérnagas,
ranas y sapos.
No sé si soy reina,torre,alfil o peón en el tiempo
¡Qué escena más difícil,
de un papel incierto todavía ¡
Creo ser un faro, una torre de vigía
que presume de artista
junto a la orilla.
Un luminoso punto de luz,
un foco a la deriva.
Mis venas estan llenas de humus,
de árboles muertos,
troncos caídos,
pinaza sepultada,
y ahora en seta convertida.
Vivo del otoño,
de la humedad y el río.
Pero soy débil como una hoja de papel,
me fracturo al cambio, al tiempo,
al invierno venidero.
Puede que hasta antes se rompan mis cimientos,
si entra en mi cuerpo
un indeseable forajido gusano.
Sólo me mantiene vivo,
el anhelo de que un día volveré
a la tierra, al aire y al agua
de donde vengo y pertenezco,
ocupando entonces mi lugar debido

Max Volckaert

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy filosófico, nostálgico y presagiante. Me gustó.



Heidi