jueves, 25 de enero de 2007

Convivimos con...

La angustia, el dolor, la duda, la soledad, la ansiedad, la mentira.
El temor, el rechazo, el desprecio, la venganza: la propia y la ajena.
Con el silencio, con el mal, con el rencor y la rutina, con desencantos y con los prejuicios.
Con la falta de humildad, con la ausencia de valores y principios, con la crítica nuestra y la de ellos...
Con la ingratitud, con la soberbia de los inútiles que no pueden amar.
Con la incomprensión, con la inseguridad, con la falta de ilusión, con el conformismo, con el odio, con el olvido, con las pérdidas.
Con la falta de libertad, con el pasado sin resolver, con la indiferencia. Con los malos pensamientos, sin el perdón, con la envidia del otro y la de uno.Con la falta de Fe.
Sin un rumbo a seguir, con la impaciencia, con el mal humor de uno y el de los demás, con la impotencia de no poder...
Con el aburrimiento, con la palabra demás.

Pero, siempre hay un pero...

También convivimos:
Con el humor, la alegría, la risa de uno y la de los demás.
Con los colores que nos traen paz y armonía, con el sol que nos da energía, con la lluvia que no nos molesta.
Con sorpresas agradables, como las primeras brisas de primavera y con cada una de las estaciones del año que nos enseñan entre otras cosas, que no todo es frío o calor.Con la posibilidad de conocer la felicidad, de dar amor y de ser correspondido.Con la búsqueda de la verdad, con la imaginación, con el bien, con un futuro mejor construído por uno, con el cariño, con el amor, con los afectos y los abrazos.
Con las caricias, con la amistad, con la lealtad, con la Fe, con proyectos posibles e imposibles.
Con los recuerdos nostálgicos, y con el otro...
Uno, siempre uno, será el que finalmente decida con quién quiere convivir...

Grace Fernández

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustó.Uno es según con la intensidad que viva cada actitud en su vida.
Cariños



Heidi