domingo, 12 de noviembre de 2006

Despedida

No cambiaré el camino de mis ojos
por más que lo pidan tus lagrimas saladas,
antes la nada de no tenerte que pretenderte
lejana y fría,
sobradas muestras de dolor ha dejado en mí
la porfía de esta cicatriz punzante de eternas despedidas...
como para pretender cabalgar la húmeda geografía
de besarnos impasibles...
como si el mundo no existiera
y el imposible de la vida alcanzara son solo abrazarnos,
haremos un maldito paraíso del bendito
infierno de tocarnos, y resucitaremos el sueño de pieles nocturnas
con solo soñarnos...inocentes y lánguidos.
Vendrás con esta lluvia y otras más,
estarás en mi mente de recuerdos ausentes,
anhelando la paz de tu cintura, con la segura
bienvenida del agua que no cesa y rondaras mi cabeza,
como entonces, en el bronce
eterno de mis manos que extrañan tu belleza...
Irónicas voces me dicen que te deje, que me aleje
ahora de la hora de tus besos
pero preso sigo de tu recuerdo incierto
y pretendido de que vuelvas,
pero en esta selva me siento libre y cautivo,
por eso sigo,
detrás de los barrotes de pretender tu presencia.
Tarde o temprano,
alborotarás mis ojos con la luz de tu ausencia,
desbaratarás de ciencia mis antojos de tristeza
y en la noche que empieza,
pondrás telón de besos al embeleso
mágico de mirarte cuando duermas...

el huron

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Excelente! Tienes una fuerza conmovedora en tu poesía. Haces sentir protagonista al lector. Un abrazo.Heidi