domingo, 21 de octubre de 2007

Madre

Si tu vientre hablara
Fluiría el amor del habitat sagrado,
alimento nostálgico,
hueco húmedo de sueños
donde danzan movimientos de
ternura.
Cálido refugio de utopías.
Río que mece los latidos mientras
las formas crecen distendidas.
Sublime oración de nacimiento.

Heidi Rótulo de Arnedo

viernes, 19 de octubre de 2007

Inmortal instante

Levanta la mañana.
Se yerguen los campos,
surgen los bosques,
con duendes dorados,
y horizontes calcinados.
La brisa se ha
detenido,
oyendo el canto en el árbol.
Abrasan los colores.
Se alzan espectros
dehojando hoja tras hoja.
Se despojan las copas
de sus agujas doradas.
Y ya los vencejos llevan oro en sus picos.
¡Y cómo laten los corazones
en este dulce otoño sepultado!
Y es entonces cuando se desnudan los sueños,
cumpliendo los ocultos placeres .
No quedan nubes ni cielos,
en este bosque sin dueño.

Max Volckaert

miércoles, 17 de octubre de 2007

Navíos al alba

Un viento sedoso se abre paso,
y abraza las primeras luces de la mañana.
Todo descansa plácidamente en el lago.
Surge un cristal dorado en el horizonte,
flotan navíos en sus aguas,
entre libélulas durmientes.
Súbitamente,cambia el color,
la luz abre los ojos,
el Sol se coloca delante,
y las flores levantan velas.
Un silbido,una flauta,un clarinete,un oboe,
hacen acto de presencia,
suavemente ,con sigilo,
comienzan los cantos.
La cigüeña ancla su nido en lo más alto del mástil.
Timoneles hacen zarpar el barco en bandadas de estorninos,
mientras en cubierta, palomas y tórtolas contemplan el paisaje
un martín pescador increpa a la tripulación,
en actitud desafiante, haciendo notar su queja,
con picoteos en estribor y popa.
El capitán sobrevolando la situación,
desciende con recta y amenazante actitud,
con voz estridente
y mirada de águila.
Las golondrinas, obedientes grumetes,
apoyan a la tripulación y al capitán.
Se rompe el silencio,
las velas son izadas,
se sueltan amarras
y se despliegan banderas.
El barco zarpa finalmente,
hacia desconocidos horizontes

Max Volckaert

lunes, 15 de octubre de 2007

Supervivencia del bosque

En el silencio el bosque cien mástiles se divisan.
Abordaje de la niebla,
prisión de mis ojos.
Gritos,espadas y cuchillos
rasgan la noche .
Toda una flota de navios yace
con las velas izadas
entre hondos calados y profundos abismos.
Fue duro el combate.
Leñadores,rayos, nieblas, brumas y sombras.
Las quillas hundidas,
vacías y desiertas están las cubiertas
libres de raices.
Sois ahora,sin timones ni orzas
navios sin rumbo a la deriva.
Abedules y robles
hayas y castaños
tendeís hiedras y lianas
mientras las quillas escoran
y zozobran los troncos.
Y yo, sigo encadenado a vuestro silencio,
sin mástiles ni aparejos.
Os envio un adios,
un saludo de naúfrago
que abandona la nave.
Cautivo como tú de una muerte segura.
Aunque ya siento en mi pecho
las hojas y semillas sembradas al azar
que brotarán de nuevo
en este mar de humus.

Max Volckaert

sábado, 13 de octubre de 2007

Hay duendes en el bosque

Negras espigas
se inclinan ante mí con respeto y obediencia.
Hay compases de fondo de arpas y violines,
con tambores y violonchelos,
en el agua que brota verde,
y el campo que se tiñe azul.
Las hojas,
navegantes del viento,
como batutas , dirigen el concierto.
Aplauden con fuego en los ojos
musgos y líquenes.
Soy protagonista en esta ocasión,
actor y espectador a la vez.
Acabado el primer acto
me inclino con reverencia
a todo el público venido,
algunos fieles compañeros de trabajo,
otros aprendices del oficio,
y otros artistas invitados especiales,
como mariquitas, libélulas,
zapateros ,arañas y ciempiés.
También vinieron de noche simples espectadores
procedentes de los lugares más inspospechados y lejanos
como luciérnagas,
ranas y sapos.
No sé si soy reina,torre,alfil o peón en el tiempo
¡Qué escena más difícil,
de un papel incierto todavía ¡
Creo ser un faro, una torre de vigía
que presume de artista
junto a la orilla.
Un luminoso punto de luz,
un foco a la deriva.
Mis venas estan llenas de humus,
de árboles muertos,
troncos caídos,
pinaza sepultada,
y ahora en seta convertida.
Vivo del otoño,
de la humedad y el río.
Pero soy débil como una hoja de papel,
me fracturo al cambio, al tiempo,
al invierno venidero.
Puede que hasta antes se rompan mis cimientos,
si entra en mi cuerpo
un indeseable forajido gusano.
Sólo me mantiene vivo,
el anhelo de que un día volveré
a la tierra, al aire y al agua
de donde vengo y pertenezco,
ocupando entonces mi lugar debido

Max Volckaert

jueves, 11 de octubre de 2007

El Sol nunca se apaga

Sueña el bosque conmigo,
me estiro en el lecho que duerme,
el viento muda su piel,
bajo sombras que descienden.
Las ramas y troncos,
no preguntan al aire,
responden sólo con flores.
Las raices sembradas de castaños,
abedules ,hayas y fresnos,
muerden la tierra con dientes afilados,
penetran en lo mas hondo,
abren zanjas con la boca,
y dilatan los contornos del bosque.
Tiemblan las hojas,
ante la brisa acompasada,
llevan consigo
marejada de nubes
y cientos de ojos cayendo.
Sol de otoño que respiro,
Sol de otoño que abrazo,
otoño sin Sol
en mi cuerpo convertido,
en despojo en el suelo tendido.

Max Volckaert

martes, 9 de octubre de 2007

Flores en el río

Vuelan las luciérnagas tapizando el suelo de grillos.
En el borde del bosque
tiemblan los tallos al pasar el viento,
Arden los ríos en lágrimas deshojadas,
Las flores se entierran en el laberinto de la hojarasca.
No hay clemencia ni piedad alguna,
en esta marcha fúnebre.
Es el pulso inevitable del ciclo estacional,
que sigue su curso,
como el agua del río.
Fuente de vida que corre incesante,
entre lámparas que se encienden.

Max Volckaert

domingo, 7 de octubre de 2007

Renace vida de la muerte

Se desnuda el árbol,
en un navío que zozobra
bajo su propio peso.
Era un gigante sedentario,
ahora transformado en nómada errante.
No es desarraigo, es fusión.
Se rompieron los grilletes de las velas enarboladas,
un regio y fuerte viento crujió en mi pecho.
La quilla, proa y popa,
todo absolutamente todo se desgajó de cuajo.
Solté amarras, desgarrándome,en mi último suspiro,
entregando mi cuerpo hundido en los profundos mares del bosque.
Pudiera parecer que fue una caída seca la que me arrastró,
y nada más lejos de la verdad.
Fui yo mismo que me balanceé ,queriéndome
desplomar.
Estoy en el velatorio del bosque, en familia,
y sólo por la noche testifican silenciosos los luceros
mi sombra.
Ahora,transformado,con la piel mudada,crezco con la luz de otoño,
entre insectos y hongos, floreciendo flores en primavera.
Fui señor de los bosques, y ahora matería orgánica.
Las raices, al no sentir mi cuerpo, se niegan a vivir en las cavernas,
ansiosas,desesperadas,reniegan del suelo, y buscan la luz preciada exhalando
nuevos brotes.
Todo sobrevive en estos océanos verdes.

Max Volckaert

viernes, 5 de octubre de 2007

Un camino, un andar

Camino entre hojas y dedos.
Camino sin ver el final,
sólo mis pies y el crujir de las hojas.
Sangre de mis venas de color añil,
voy deshilando flores de otoño,
bajo mis pies desnudos.
¿Estoy caminando
o es el camino que me descalza?
Me susurran los llantos,
quebrando el aire de hojarasca.
No existe la muerte,
sólo es un cambio, un proceso.
Del dorado ensangrentado
surgen nuevos matices,
y rebrotan esquejes.
Es el gran tesoro de otoño.
Es la fusión , la entrega .

Max Volckaert